miércoles, 21 de abril de 2010

La campana herida


Se inclina el campanario,
la tierra tiembla.

Sobre maderos quebrados,
velones llorosos
y adobes polvorientos,
cae la campana;
el badajo golpea su interior
y, el último sonido,
sin esperanzas,
sin vibraciones,
es de agonía.

Su estertor,
se pierde entre ruidos subterráneos,
plegarias, lamentos y gemidos.

La iglesia,
antesala del cielo,
queda de rodillas.

Los santos en sus murallas,
circunspectos,
bajan al piso.

Los feligreses suplican.
La luna, impasible,
parece conocer la sentencia.

Oscar Concha Mena - 2010

miércoles, 14 de abril de 2010

Remember when


Y cuando la luna
Araña la tarde
Se inicia la sesión
De la nostalgia
Un escaño
Un botón
Un Nombre.

Es en algún lugar
Que se detienen
Los recuerdos
Se visten de fechas,
De horarios
Con sutiles corcheas
De rostros melodiosos.

Al final una almohada
El reloj.
Un vaso grande de
Ausencia.
No sé

Fernando Valenzuela M.- 2010

martes, 6 de abril de 2010

El mar

El mar no es comparable a la bellísima sed de los cipreses. No tiene ese color turquesa, a veces, de improviso, azulado. no tiene esa calma de las aguas desnudas de los cipreses. No tiene la candidez de los lagos. No tiene nada, pero atrae como atraen las mujeres tatauadas antes del amor, llenas de conocimiento de la naturaleza y llenas de movimientos y aventuras.

Y sin embargo los cipreses...

Juan Miguel Arteche - 2010

lunes, 5 de abril de 2010

Necesito


Necesito letras sacadas del baúl de las palabras
para hacer sopas con vocales y consonante a todo dar.

Luego, vienen los acentos altisonantes,
la redacción de la memoria y el estilo manuscrito
de imágenes prodigiosas
vistas a través del lente perfecto
que anida en el ser de carne y hueso
que come, silva y se sonríe,
viste a diario. se afeita y regicija,
desayuna sonoramente
y se suena con saña
en un continuo círculo que escudriña el futuro a través
de miríadas de estrellas en luna llena
cuando se duerme esperando que la zorra rinda pleitesía plena a su cría en el
bosque nativo.

Y de necesitar, necesito un loro que emplume su vuelo verde
por la selva de comas y puntos suspensivos...
en que me pierdo irremediablemente cada día en que almuerzo
a diario mi tallarían alimenticio y huevo.

Por fin, necesito vocales que rimen con ojos, pera y bigotes,
labios rosas y besos despedidos,
cabelleras tibias y dulces abrazos.

Cristobal Salinas-2010