jueves, 19 de noviembre de 2009

Acequias del tiempo






Vengo
del templo de tus tibiezas
donde despierta
tu mirada traslúcida.

Vengo
de tus manos arcillosas
al sembrar en mis mareas,
y te recuerdo:
es antelado desnudar mis huesos.

Voy contigo,
contigo camino
pues la vida regada
abrió sus cercadas puertas
en la estación del aromo.

Vengo
con la osadía serena
de respirarte cerca,
ahuyento tu conciencia turbada
con la decisión de mis regresos.

Vengo
de tus palabras mansas
que devuelven mi alma quieta.
vengo de tus ojos irisados
en la crucífera espera
y de la geología que dibuja
nuestras almas encadenadas
en esta fútil condena.

Solitaria vengo
vengo con la soledad
de tu pasión desatada
en las acequias del tiempo
y ruego al paraíso
que Dios recoja mis restos.


Melisanda
2002

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