jueves, 12 de noviembre de 2009
Anakena
Así, por el espacio que va quedando
entre parpados, cuando te dispones a
dormir, o bien cuando dormida,
tus ojos quedan semi-cerrados.
Por ahí Anakena comienzo a
observar tus sueños, tus pequeñas huellas
en la arena oscura, para sumergirte
en las aguas turquesas y luego desaparecer.
Entonces Anakena, te llamo, te
grito en silencio que emerjas, que no
existe sueños, ni existe vida, si no
la compartimos, que si te sumerjes en
el lago, yo lo hago en el abandono,
en la soledad.
Anakena
Cuentan los lugareños
que cuando el lago se cubre de otoño
y la luna se asoma encuclilla. Anakena,
camina entre las hojas, mostrándoles
a los pescadores, la orilla.
Fernando Valenzuela
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Espectacular, maravilloso poema.
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