miércoles, 3 de febrero de 2010

Buscandote

El día fue muriendo lentamente,
hora tras hora,
los recuerdos giraban en mis sienes,
plasmándose inmóviles
como retratos en la cúspide
de mis retinas.

La inerte oscilación del péndulo
de aquel reloj en tu living
marcaba con exactitud
la pauta de tus efímeros aterrizajes
sobre mis brazos.

Oía por largos segundos tus charlas,
tus parlamentos mecanizados
"¡Te quiero tanto!,
ayer no pude dejar de extrañarte,
desde mi paradero,
mi cuarto, mis labios mis manos..."
Y con eso era suficiente.

Imagino que nunca entendiste
cuanto y que tan hondo
era mi amor; qué más da,
si al final de la rutinaria jornada
siempre era un agudo silencio
quien me recordaba que debía partir,
que allá afuera me esperaba
mi triste y solo andar
por las desnudas y heladas avenidas
de mi malherido Santiago
y que al cruzar el umbral de tu puerta
me iría con un gusto amargo,
pues estaba equivocado
aún es muy temprano para mí,
todavía no merezco del tiempo la mujer
que me diga "te fuiste pero aún sigues conmigo".


Jorge de Ades - 2000

No hay comentarios:

Publicar un comentario