viernes, 12 de marzo de 2010

A el que es niño bueno

De repente lo miran con amor,
de repente lo miran con algo de frío.

Él, que es un niño bueno, que va al pan cuando le dicen
y trae todo el vuelto,
además de una risa entre los dientes.
( le faltan las muelas de atrás pero no se le notan,
a menos que se ría con el alma).

Él, que se afeita para disimular
los treinta y tantos que le vienen;
él, que es un Cristo Post-Moderno
pero con las cruces pequeñitas y la prédica medio muerta.

Dejen que el niño duerma
que hoy se limpió la cara y quedó bastante limpiecito.
Déjenlo vivir por debajo de los párpados,
que mañana pagará con lágrimas
el arriendo de las tardes que le vienen.

Dicen que la madre no llegó a buscarlo al tercer día
-se le pudrieron las tetas de tanto recuerdo y testimonios de leche-.
Dicen que la virgen lo parió en la soledad
(su mamita era virgen y se llamaba María Soledad)

No lo miren tan de cerca,
que tiene las pupilas amarillas,
puntos negros y caries en los ojos,
náuseas cuando dice h o l a, perros cuidando sus secretos.

A veces llora mucho por la piel, pero no es por la tristeza.

Se sacó la cresta cuando chico:
se le infectaron los labios por afuera;
se sacó la cresta cuando grande:
se le infectaron los labios por adentro.


Franco Muzzio-2008

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