jueves, 17 de diciembre de 2009

Semblanza sobre un dia de mi padre






Sus ojos inquisidores recorren los trozos de madera.
Encina, Eucalipto, Nogal, Cedro, Lingue, Jacarandá…

Se adivina en la instancia, fuego o supervivencia.
Con tranquilidad, les recoge, les ordena, les arruma

Los elegidos tienen los atributos elementales;
originalidad, color, nobleza, sin nudos, sin quiebres

Les somete al sufrimiento.
En giros vertiginosos del torno, los formones y las gubias modelan sus cuerpos

En otros trozos, el tallador descubre, tras la viruta, tonos, vetas caprichosas, dibujos.
Tras el desbaste y el forjado, les crea pliegues, espirales, escudos, hojas, flores

Para el artesano, los días no tienen nombres ni horas, se concentra en su quehacer:
Armar, encolar, ensamblar, el prensado, los tornillos, el pulido

Los materiales necesarios, aparecen mágicamente en sus cajones abarrotados
“En corral viejo nunca falta guano” dice, jactándose de sus resguardos

Para engalanar la obra, limpieza, tintes, barnices, tapa poros;
aplicados una y otra vez, una y otra vez, hasta muy tarde después de la tarde

Poco a poco, el mueble, espeja sus dedos esforzados.
Bajo la muñequilla con la cual barniza, se refleja silencioso, su taller tan querido

Y, al fin, un mueble resplandeciente, con parte de su vida, con parte de su alma,
con el brillo de su orgullo, con la alegría de mi padre.

“Lo que de noche se hace, de día aparece”, nos señala, y se va a descansar.


Recuerdo de un día de mi padre, Martín Concha Cervantes
Oscar Concha Mena
2009

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